26.1.10

Por el aroma yo lo sé…


Olores, sí, de todos y por todos lados esos olores. Yo no sé cómo hay personas que a las 7.00 de la mañana pueden oler tan mal. Dios. Si apenas uno se levanta (por higiene), se baña para ir a trabajar.
Creo que hay un grupo especial de personas que no entiende la regla básica de bañarse a diario (así sea 3 minutos).
Ese sábado fue raro, como todos, porque en el recorrido de mi casa a mi ex trabajo, 30 minutos parecen 3 días (juro que no hay nada en los tres 3 que he escrito) y, nada, esta vez fue de regreso que pasó lo que a continuación describiré.
Iba de pie, los caballeros las prefieren brutas y de pie. Dos filas como de costumbre, uno al lado del otro. Y comienza la sesión de arrimoterapia.


En poco tiempo tenía a mi lado a un “señor” por  no decir Mr. Apestosin. De verdad trataré de ser lo más explícita en describir ese olor, era algo como:
sábilaenmalestado+
ropamojadadesdehaceunasemana+ 
algoextrañoquenopuedodescribir. Eso.
Lo peor es que el olor me llegaba cada 2 minutos cuando el viento soplaba en dirección noroeste (en realidad no sé en qué dirección soplaba pero con esa frase le doy más forma a este párrafo que de por sí está corto, pero que ahora, con dos líneas más, sí puede llamarse párrafo).
Increíble, de pronto siento un olor máspior, era como a anís. Miro hacia atrás y, ¿qué creen? En la parte trasera del autobús venían dos tipos tomando licor: ¡Viva Venezuela!
La mezcla de olores era… era… era… una nueva producción que ninguna empresa de fragancias podría reproducir, no exagero.
No todo es malo. Un niño trabajador se quedó medio dormido en mi brazo. La pureza, a veces, se mueve entre la neblina.


Está pendiente el cuento del gato en el bus. Sí, un gato en una caja que estaba resguardada por una bolsa negra. Tétrico, pero real.