15.6.10

Señor malandro, ¿me puede sostener el caramelo?

Novatos, sí. Eso parecían los dos tipos que se subieron al autobús esa mañana calurosa. Se miraban a cada rato y hacían gestos de aprobación, intuí que algo raro pasaba.
De momento me preocupé por mirar qué tan cerca estaba yo de la puerta. Tuve el privilegio de que estos señores se sentaran justo a mi lado. Sólo el pasillo me separaba del crimen.
Tenia de cerca al más viejo de ellos, por lo que pude hacer un rápido escáneo a su apariencia: llevaba una camisa verde manga larga y un pantalón negro con bolsillos a los lados.
Siento que es importante detallar qué llevaba en su bolsillo: había una especie de agenda muy usada y sucia, además, de pronto se asomó una pistola. Ajá. Una pistola.
En ese momento me paralicé y no supe qué hacer. Para mi "suerte" subió al autobús uno de estos vendedores ambulantes:
"¡buenos dias señores pasajeros! no se alarmen pol mi presencia,yo sólo estoy aquí ofreciéndoles mi trabajo, pasaré por sus puestos a ofrecerles este delicioso producto que lleva por nombre chiclechao, con un sabroso sabor a menta y por el precio de un bolival fuelte, recuelden que un bolívar no enrriquece ni empobrece a nadie, ustedes vayan probando que yo les voy cobrando".
Cuando terminó con su discurso ya había repartido los dulces por todo el autobús. Realmente no sabía qué hacer y lo único que se me ocurrió fue levantarme y aprovechar que estaba en rojo el semáforo para bajar casi que volando de ahí.
Sin embargo, tenía dos cosas pendientes: una,pasar por el frente del sr. pistola sin que se notara y dos, deshacerme del chiclechao (pol un bolivar fuelte). Fácil, maté dos pájaros de un tiro.
Le dije al malandro: Señor, ¿me puede sostener el caramelo? o se lo da al vendedor, es que me tengo que bajar antes de que ustedes atraquen a la gente que está aquí montada. Obvio no le dije esto último, sólo lo pensé, aunque me hubiese quedado bello.
El tipo me miró bien feo como queriendo decir: ¡¡mirá mard***!! pero extendió su mano, le dí el caramelo, el bus frenó y yo me bajé.
Creo que aquí termina el cuento.