12.11.09

Minimall's Citadinos

- ¡Todo a mil! ¡Todo a mil! - Expresión enfática de venta al detal usada en minimall’s a cielo descubierto que se podrían describir como kioskos techados con bolsas desechables o con una sombrilla playera, para resguardar la mercancía de la lluvia y del inclemente sol marabino, adornados de letreros desteñidos, oxidados o amarillentos que presumen un 2 x 1 o un 25 % en descuento. Emporio de la distribución de contrabando, de la piratería, de las copias de marcas originales.

¿El empresario? Un ser que transpira en exceso, de pobre vocabulario y abundante poder convincente, que con desespero y mirada astuta de ave rapaz busca entre los transeúntes a economizadores de salarios minúsculamente mínimos, que en cada quincena visitan estos cúmulos de productos, tales como: vestidos coloreados, zapatos de cuero polimerizado, gorras, lentes, entre otros. Todo depositado en una especie de cesta gigante donde el “meta la mano” es como el palo para la piñata, que te hace encontrar el producto hecho a tu medida y a tu gusto.

Y es que no sólo son comercios textileros… existen locales de discotiendas en los cuales aquellos Cidís, Dividís, y (Vicidís) VCD’S son organizados con tal elegancia y acoplamiento, uno al lado del otro y otro encima del uno, exhibidos como obra de arte sobre unos parabanes desplegables. Hay también restaurant’s con vista romántica hacia lagunas que se forman (en los huecos) en las pérdidas de relieve que posee el asfalto de la carretera. Tienen un Menú muy amplio: Pastelitos a la bologna, empanadas con queso fundido y (chorizos) diversidad de embutidos donde el ingrediente secreto que pone ese sabor exquisito es… “la grasita”.

En estos tipos de mercados urbanos no hace falta sistema de facturación, ni tener tarjetas Master Card's, y se aceptarán devoluciones dependiendo de la astucia comerciante del gerente o simplemente... de su conveniencia. El mal está al acecho en todas partes como ustedes saben, y pues en estos centros donde abunda el dinero, creo que má
s de uno de ustedes ha sido víctima (de los choros) del hampa común.

Cuando niño me preguntaba ¿Cómo hacía toda esa gente para reesguardar toda su mercadería al atardecer? ¿Invocarían a Merlín o utilazaban algún truco de
Copperfield para tan gran hazaña?. A la puesta del sol, todo esa anarquía de artículos, vestidos, cacerolas con aceite hirviendo, cidís y dividís, terminaban en cajas de cartón que compactaban mágicamente los abarrotes. Y al final, se despejaban las aceras, se veían los desagües y las plantas resecas de jardines aledaños, quedando sólo el eco del cotidiano “¡Todo a mil! ¡Todo a mil!” rebotando de esquina en esquina.

El buhonero es un vendedor ambulante de chucherías. La palabra buhonero procede del antiguo "buhón", y éste último de la onomatopeya "buff", expresiva de la palabrería del buhonero para ensalzar su mercancía.

MaRiO

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